martes, 17 de abril de 2012

Sexo con androides: ¿pagarías por ello?

Piensa en alguno de los grandes clásicos de la literatura de la ciencia ficción, o en alguna de las adaptaciones al cine. El sexo entre humanos y androides existía o se daba como una posibilidad real debido a la similitud lograda con nuestra “especie”. Puede que más de una vez hayas pensado en esa posibilidad, para bien o para mal en unos años, quizá décadas, el sexo con androides entendidos estos como trabajadores del sexo, es más que posible. Esta idea, fascinante para muchos, indecente para otros, ha dado pie a un interesante artículo de Marina Adshade en Big Think. La pregunta es simple: ¿Pagarías por tener sexo con un androide?

Si tu respuesta es sí, sin más, este artículo solo reforzará esas ganas de que llegue ese momento. Por contra, si tu respuesta es un no rotundo y piensas que es una idea descabellada que solamente nos llevaría a una sociedad más decadente, fría y sin escrúpulos, quizá te convenza algunas de las brillantes propuestas de Adshade.

La idea le surgió tras leer un escrito de ciencia ficción de Dick de la década de los 50. En un mundo donde los trabajadores del sexo sean androides la trata de hombres y mujeres en el oficio más antiguo del mundo se acabaría. Lo mismo pasaría con la explotación de niños y niñas en los países donde abunda el turismo sexual. Incluso la ola de infecciones de transmisión sexual podría erradicarse.

Ese mundo podría situar el pago de sexo con Androides en cualquier parte; un centro comercial, un aeropuerto, hoteles… donde quieras y cuando quieras habría un robot para satisfacer al ser humano… y posiblemente sin muchas de las trabas que se dan en la sociedad actual y por la que acaban existiendo esos paraísos sexuales en mercados extranjeros que explotan al ser humano.

Dice Adshade que la mayoría de los que acuden a este tipo de mercados se ven obligados por la moralidad propia y el “qué dirán”. Con la situación “futura” se acabaría y expone tres razones para ello.

En primer lugar habla de la vergüenza. La gente viaja al extranjero porque se avergüenza de su comportamiento y por lo tanto se aleja de su comunidad para comprar sexo bajo el anonimato de un mercado extranjero. Si suponemos que el sexo con androides “libra de culpa”, ya no tendrían que viajar.

La segunda es el precio. Los mercados extranjeros de turismo sexual ofrecen servicios más baratos que la mayoría de mercados en economías desarrolladas. Esto es particularmente cierto en aquellos países donde la pobreza asegura un suministro constante de hombres y mujeres desesperados. Aunque todo sea un supuesto, los androides presumiblemente “fluirán” a través de las fronteras con mayor facilidad que los trabajadores del sexo humanos. Esto implicaría, o al menos daría que pensar, que el precio de sus servicios en todo el mundo sería similar.

El último razonamiento que expone Adshade es el más controvertido con diferencia. Muchos viajan a estos países porque sólo allí les ofrecen unos servicios que satisfacen sus “necesidades”. Hablamos de aquellos individuos que buscan el placer con menores, la aberración del sexo con niños, un mercado tan difícil de ver en la mayoría de países desarrollados como existente en otras partes del mundo.

Es posible que ni en un mundo donde los androides sean trabajadores del sexo, los gobiernos autoricen el desarrollo de tecnología “púber” para satisfacer a estos individuos. Desde luego, habría un largo debate ético sobre la necesidad o no de este tipo de tecnología. En cualquier caso, de aprobarse, la tecnología habría acabado con una de las grandes lacras de nuestra sociedad.

Incluso habrían implicaciones económicas de desarrollarse este comercio. La más obvia es que las economías enteras que dependen del turismo sexual quedarían devastadas. Entraríamos en un período de ajuste tanto para todas aquellas naciones pobres como para todas las personas que comercian con su cuerpo, la mayoría por necesidad.

¿Y la infidelidad? ¿o el pago de sexo cuando se tiene pareja? Quizá en la dinámica de vivir en pareja estaría aceptado que ambos pagaran sexo con androides. Quizá no, pero de verse así, las relaciones tal y como hoy las entendemos serían cosa del pasado.

Puestos a divagar, Adshade sostiene la posibilidad de la aprobación del matrimonio como institución entre humanos y tecnología. ¿Se podría llegar a otorgar los mismos derechos a este tipo de matrimonios?

Quizá es divagar demasiado, y es muy posible que la propia periodista se exceda otorgándole a un robot, en unos pocos años, las mismas facultades que ofrece una relación entre humanos.

En cualquier caso la tecnología se dirigirá tarde o temprano a este futuro que veíamos en la ciencia ficción. Es posible que cuando llegue ese momento y el mercado del sexo sea sustituido por androides, ocurra lo que pasó con la pornografía en Internet. Aumentó la rentabilidad de forma que las nuevas tecnologías llegaron más rápido.

Adshade como mujer lo tiene claro, ella no tendría ningún problema para tener relaciones sexuales con un robot. Y es posible que la mayoría de nosotros, que hoy lo vemos como algo extraño o inimaginable, también.

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