La caché SSD es una solución cada vez más valorada por muchos consumidores, porque permite aumentar el rendimiento de cualquier sistema ya basado en discos duros magnéticos añadiendo una “interfaz intermedia” en forma de memoria SSD, para acelerar los tiempos de acceso, guardando los archivos más utilizados para su rápida apertura. Estos métodos no llegan a alcanzar el rendimiento de los sistemas basados únicamente en unidades SSD, aunque sí hace que experimenten un aumento significativo sin el coste de un gran disco de almacenamiento sólido. Intel quiere sacar provecho de este auge, lanzando un nuevo reemplazo para su serie 311 de SSDs para caché, con nuevos modelos que llegarán al mismo tiempo que los procesadores de 22 nanómetros de la marca, Ivy Bridge.
Los nuevos SSD Hawley Creek (Serie 313) están diseñados para funcionar a la perfección con los chipsets de serie 7, manteniendo la retrocompatibilidad con la generación anterior. La particularidad de estas unidades de uso como caché es que están fabricadas con memorias NAND Flash SLC, que consiguen un rendimiento bastante superior al de las unidades más extendidas (MLC), con una mayor resistencia al paso del tiempo y más tolerancia de errores, para evitar problemas derivados de los repetidos ciclos de lectura y escritura que se dan en este tipo de almacenamiento intermedio. Las unidades estarán producidas con un proceso de 25nm, frente a los 34nm de la serie 311, y se ofrecerán en dos versiones, de 20 y 24GB. Si estás sorprendido por la diferencia de tan solo 4GB entre ambos modelos, te encuentras en la misma situación que yo. Intel no ha especificado más especificaciones para ambas unidades, y al margen de los 4GB extra de almacenamiento en la segunda, no parece que exista otra disparidad, aunque cabe la posibilidad de que la diferencia se encuentre en las velocidades máximas de transferencia, lo que no se podrá confirmar hasta que la firma detalle las especificaciones técnicas de la nueva serie.
Como es habitual en este tipo de dispositivos, se ha elegido el formato de 2.5 pulgadas, con un grosor de tan solo 7 milímetros, frente a los 9mm de la serie 311. También existirán modelos con formato mSATA, para equipos portátiles ultracompactos. Desafortunadamente, y esto puede suponer un gran handicap en el rendimiento de estas memorias caché, Intel ha optado por la interfaz Serial ATA II 3Gbps, lo que se debe a que la firma no ha desarrollado una controladora SSD propia con soporte para Serial ATA III. En cuanto a los precios, existen sin duda unidades bastante más económicas, con unos precios de US$99 para el modelo de 20GB, y US$119 para el de 24GB. Su lanzamiento coincidirá con el de los procesadores Ivy Bridge y la serie 7 de chipsets de Intel, en abril, aunque según VR-Zone existe la posibilidad de que lleguen antes.
Teniendo en cuenta las limitaciones de la interfaz (375MB/s máximo teórico por canal en Serial ATA II) parecería improbable que el uso de las memorias NAND Flash de tipo SLC pudiese justificar la adquisición de estas unidades frente a las de otras marcas; no obstante, las ventajas de estas memorias, que garantizan un tiempo de vida útil bastante superior en estos SSD, sí son una razón de mucho peso para al menos tenerlos en cuenta, pues las mejoras en el rendimiento de los sistemas basados en HDD+SSD Caché se deben más a los bajísimos tiempos de acceso de las unidades sólidas, que a su espectacular tasa de transferencia sostenida. Y vosotros, ¿qué preferís? ¿fiabilidad o velocidad?
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