Los SSD nos acompañan desde hace ya un par de años, y a cada día que pasa se convierten en un formato más popular entre los conocedores y aficionados a los ordenadores personales. Son, en teoría, más resistentes que sus homólogos magnéticos, y son notablemente más rápidos incluso en sus modelos más económicos, lo que hace que sean cada vez más admirados y deseados por todos. Sin embargo uno de los aspectos que más perjudica las ventas de estas unidades son sus costes de producción, todavía muy elevados, y que repercuten negativamente en el precio de venta al público. Sin embargo esto es inherente a toda tecnología relativamente nueva, lo que significa que con el paso del tiempo su fabricación será más barata, y por lo tanto su precio en el mercado también se beneficiará.
Kingston, fabricante mítico de memorias DRAM, y más recientemente prolífico productor de unidades SSD, cree que este tipo de almacenamiento se impondrá en el mercado, algo que tiene bastante lógica, aunque según su criterio, lo hará en apenas un año. El director de ventas de memorias Flash de la firma, Nathan Su, afirma que los SSD reducirán su coste de fabricación a apenas 1 dólar por Gigabyte a finales de 2012, tal y como afirmaban las previsiones de los analistas allá por el mes de mayo, lo que daría un empujón a la plataforma, que se convertiría en el medio de almacenamiento predilecto del consumidor, por encima del hasta ahora rey indiscutible, el disco duro. Esta rebaja se deberá no solo al menor coste de las memorias NAND Flash por una bajada en general de los materiales, sino también a la transición a procesos de fabricación más pequeños, inferiores a 20nm, y un mejor conocimiento de la tecnología, que mejorará la cadena de producción.
Sin embargo no podemos sino preguntarnos si incluso con una rebaja sustancial en su producción, los SSD serán capaces de dominar un mercado tan difícil como el de los discos duros, y no por falta de recursos tecnológicos, pues la velocidad y durabilidad de las unidades está más que demostrada, sino por otros factores, en los que el tradicional disco magnético manda, y seguirá mandando al menos durante unos cuantos años más.
SSD vs HDD: El precio y capacidad
Hágase pues la tan esperada bajada de precio de las unidades SSD; nos encontraremos con una reducción media del 35%, y unidades de 128GB de gama media por US$128, frente a los posibles $200 actuales, con un coste por GB de $1.56. Sin duda es una rebaja considerable, que coloca estas unidades en un marco más asequible por el consumidor medio, pero que sigue estando a años luz de los habituales discos duros, que tantos años de almacenamiento nos han proporcionado. En comparación, y crisis de los HDD a parte, un disco duro de 2 Terabytes nos costaría menos que el mencionado SSD de 128 GB, a pesar de tener más de 15 veces su capacidad.En una era en la que la capacidad lo es todo, para asegurarnos en formato sólido el espacio suficiente para guardar nuestros recuerdos, nuestro trabajo y ocio, nuestra biblioteca multimedia y en general todo lo que compone nuestra vida digital, tendríamos que gastarnos una cantidad desorbitada de dinero. A este respecto, los discos duros son la unidad a elegir.
¿Seguirán bajando de precio las memorias NAND Flash y la tecnología de fabricación de SSD? Por supuesto, pero al igual que con los discos duros, esto sucederá paulatinamente, y posiblemente no alcanzarán el nivel actual de estos hasta pasada casi una década. Punto para los dispositivos de almacenamiento magnéticos.
SSD vs HDD: El rendimiento
Para qué dilatar más la inevitable conclusión: Las unidades SSD son a los discos duros lo que el Serial ATA 3 (6Gbps) es a la interfaz P-ATA33. El rendimiento de la mayoría de SSDs actuales supera con creces las ambiciones más salvajes de cualquier HDD, incluso de aquellos de alto rendimiento. Si bien la gama baja está bastante limitada, con velocidades de escritura por debajo incluso de los 150 MB/s, todos los modelos de nueva “hornada” cumplen de sobra, con unas tasas medias superiores a los 250MB/s tanto en lectura como escritura, con una serie de modelos de altas prestaciones que superan los 500MB/s en ambas tareas, todo ello sin salir del mercado para el usuario doméstico, y manteniendo unos precios relativamente parecidos.Seagate ha intentado dar un paso adelante en los medios magnéticos con sus series Momentus XT y más recientemente en el campo de los sobremesa con la línea Barracuda XT, añadiendo una caché en formato NAND Flash, creando en efecto una unidad realmente rápida, capaz de precargar los archivos más habituales en esa memoria caché de modo que cuando intentamos ejecutar una aplicación o acudir a datos que consultamos habitualmente, el acceso es prácticamente instantáneo. Pero más allá de esto, las tasas de lectura y escritura siguen muy por debajo de lo que una unidad de almacenamiento sólido puede ofrecernos, incluso contando con ese particular “acelerador”.
El mañana
No podemos medir un SSD y un HDD de igual a igual por innumerables razones, y no se debe hacer. Al menos de momento, cada tipo de almacenamiento tiene un propósito y un público objetivo, y ambos pueden coexistir no solo en el mismo mercado, sino también — y siendo muy recomendable — en el mismo sistema.El disco duro podría considerarse como un sistema de almacenamiento a largo plazo, donde podemos dejar guardados nuestros documentos y archivos durante mucho tiempo para mantenerlos a salvo, mientras que el SSD sería una unidad inmediata, a la que poder acceder a la velocidad del rayo para mover continuamente información a la velocidad del rayo; estos serían la unidad de sistema perfecta — siempre que no se utilicen a modo de espacio de intercambio, algo que podría perjudicar su rendimiento con el paso del tiempo — para arrancar nuestros programas y juegos mucho más rápido, y procesar grandes trozos de datos en menos tiempo.
La predicción de Kingston, pese a pecar de excesivo optimismo, no dista mucho de la realidad. Los SSD se impondrán con el tiempo, y aunque es posible que sí sean el tipo de unidad preferido por el usuario ya en estos momentos, el dominio del mercado no podrá ocurrir hasta que las pautas en la relación capacidad/precio sigan reduciéndose.
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